SUEÑOS Y METAS

 

Siempre que comienza un nuevo año es inevitable plantearse y replantearse sueños y metas que deseamos alcanzar en estos doce meses que se extienden delante de nosotros como una invitación al optimismo, disciplina, trabajo y acción. Todo esto es maravilloso y trae muchas bendiciones a nuestra vida porque nos sentimos con energía y entusiasmo para lograr nuevos objetivos, emprender nuevos proyectos, o tal vez, retomar aquellos que hemos dejado a un lado por cualquier razón. Realmente, al Señor le agrada que Su Pueblo esté siempre en movimiento, inquieto, buscando algo que hacer, no sólo en Su Obra sino también en la esfera personal de cada uno de Sus hijos. Bien dice el Apóstol Pablo cuando nos invita a proseguir al blanco: “No que yo lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asistido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:12-14). Esta porción de la Escritura se refiere al más sublime de los sueños, a la más sublime de las metas, que es alcanzar la estatura del hombre perfecto teniendo como modelo a seguir a Jesucristo, siendo esta intención la que debe encabezar nuestra lista de propósitos para este y todos los años. No obstante, lo dicho por el Apóstol también debe servir de inspiración en el alcance de nuestros objetivos, pues Dios quiere enseñarnos varias cosas si en serio queremos lograr aquello que nos hemos propuesto, tales como:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

a) Perseverancia: Cualquiera sea el proyecto que hemos emprendido debemos tener claro que su logro requerirá de nuestro esfuerzo y disciplina constantes. La constancia da la victoria a quienes la practican. Pero para perseverar debemos también olvidar. Sí, olvidar cada error que hemos cometido en logro de esa meta, recordando tan sólo que no debemos repetirlo. Somos seres humanos, propensos a equivocarnos y es necesario que aprendamos a perdonarnos a nosotros mismo para continuar nuestro camino hacia el blanco, sin sentimientos de culpa que detengan o aminoren nuestra marcha. Alguna vez alguien dijo que cada equivocación que cometía no lo veía como un fracaso, sino como el descubrimiento de cómo no se deben hacer las cosas.

 

b) Optimismo: A veces, es necesario enfrentar y salvar varios obstáculos antes de lograr el premio, es decir, lo que queremos obtener, pero no debemos desanimarnos, sino pensar que finalmente lo lograremos, pues si el pesimismo nos invade estaremos destinados a perder antes de comenzar a luchar.

 

c) Fe: Esta es la más importante de todas. Si creemos que Jesucristo nos asiste en el alcance de nuestros sueños y metas, entonces ya están hechas, porque si Él es con nosotros, ¿quién contra nosotros?

 

¡Así que amados, a soñar! ¡Sin sueños no hay metas! Primero se sueña y luego se planifica. Cuando hacemos un plan para alcanzar lo que hemos soñado, colocándole fecha, nuestro sueño se ha convertido en una meta.

 

¡Dios les bendiga grandemente!     .

 

Un aporte de la ESCUELA MISIONERA (NUCLEO PUNTA DE PIEDRA - MIRANDA / EDO ZULIA )... Para Orquídea Team!!!